Casi sin darme cuenta estamos ya en noviembre, las luces de navidad adornan el Paseo de Gracia y en mi casa huele a vela de Gingerbread. Hacía más de 2 meses que no me pasaba por aquí y desde mi último post estoy comprobando que ya no queda nada de arena en los bolsillos ni ningún atisbo de moreno veraniego.
Desde el mes de septiembre hasta ahora han pasado dos intensos virus, alguna sesión de fisioterapia para descontracturar y un puñado de novedades que nos ilusionan y estresan a partes iguales. La primera de todas llegó con la guardería de Camila, el periodo de adaptación y los nuevos horarios. Por suerte lo que al principio me convirtió en "padre a la fuga" sin mirar atrás cuando se quedaba llorando en la clase de los koalas, con el tiempo ha ido transformándose en Big Daddy con un aire más tranquilo y relajado, al menos hasta el mediodía, que llego al colegio a ocupar mi nuevo puesto de Jefe de Departamento. A este capítulo le podríamos apodar "Jefe por sorpresa", ya que nadie -ni siquiera yo- esperaba que me ofrecieran este cargo para el curso 25/26 con apenas 3 años en el centro. Todo sucedió en Julio -el último día de clases para ser más exactos- cuando prácticamente estaba despidiéndome de mis compañeros con la crema de sol y el bañador en la mochila y un ticket impreso para ver el concierto de Guitarrica de La Fuente con Carla. Una llamada al despacho de dirección en el minuto 90 siempre genera dudas. Saber que tenía que omitir la conversación hasta finales de verano lo que me generó fue un sarpullido. Ilusión, nervios y un poquito de ansiedad para afrontar el nuevo reto. Imposible decir que no. Sino, no sería yo.
Bien entrado Octubre y cuando parecía que se me iba el tembleque del ojo derecho, Carla encuentra un nuevo trabajo después de 10 años en su empresa, donde le toca asumir nuevas responsabilidades y adaptarse a una nueva rutina a 1 hora y pico de casa (atascos incluidos). Una vez más tocaba sacar calendario para cuadrar agendas de guardería, trabajo, recogida entre semana y dormir al menos 6 horas. Fantaseo con ver una película del tirón desde septiembre. Es imposible seguir despierto pasadas las 10.30 de la noche. Ni siquiera el Madrid en Champions lo ha logrado. A todo esto hay que añadir que si todo va bien y no nos desintegramos por el camino, a finales de año entraremos a vivir en nuestra nueva casa. Una planta baja con jardín y piscina en un distrito llamado California. Espero que mis vecinos nos den la bienvenida con un Carrot Cake y que cada mañana me lance el periódico un chico montado en bicicleta. Si los estatutos lo permiten y la comunidad de propietarios no se opone yo cumpliré con la parte que me toca. Compraré una barbacoa, pondré un proyector de cine en el porche y montaré unas sobremesas que nada tendrán que envidiar al Tiny desk de C.Tangana.
Feliz Jueves.
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