jueves, 23 de noviembre de 2023

Hasta la vista

Cómo resumir 8 años de trabajo de una forma liviana, cómica y poco solemne. Haciendo uso de una frase que lanzó el otro día un alumno y que es más vieja que las puertas. "Unas veces se gana, otras se pierde y otras se aprende". Me hizo gracia escuchar esta cita que parecía sacada de un libro de autoayuda para emprendedores, pero si añado además "aunque nunca lo suficiente" me parece que puede simplificar bastante bien lo que he vivido con mi empresa desde 2016.

A finales de diciembre pondré punto y final a una aventura que empezó como todo, con unas cañas y un "probamos a ver qué pasa". Para aquel entonces vivía en Zaragoza con mis padres y sólo necesitaba ingresos para viajar en ave a Barcelona cada fin de semana a visitar a Carla. Todo echó a andar estando de prestado en el studio de arquitectura de mi padrino, donde conseguí el primer cliente de mi vida y empecé a sentir en mi piel el tan conocido síndrome del impostor, que por cierto me sigue acompañando con casi 38 años.

Un año después de montar todo, la que era mi socia decidió irse por la puerta de atrás con el único cliente que teníamos y con el que pagábamos mínimamente las facturas. Ahí es cuando empezó la aventura de verdad. Salir a la calle con una presentación en power point y un fajo de tarjetas que había impreso gratuitamente en la imprenta de mi abuelo. Tras muchos "noes" conseguí un par de "síes" a los que agarrarme para seguir adelante y así pagarme la cuota de autónomos y los aves a Barcelona durante un año más. En 2018 tomé la mejor decisión pero al mismo tiempo la más arriesgada hasta el momento. Mudarme a Barcelona con Carla y seguir de nuevo mi instinto o mi inconsciencia bajo el mismo lema con el que empezó todo: "probemos a ver qué pasa". En Barcelona todo empezó a ir muy rápido. Decidí explorar nuevos caminos que desconocía pero que intuía que podían llegar a algún lado. Invertí en cámaras, cursos, equipos de grabación y drones. Un momento, cojo aire y explico lo de los drones.

Para aquel entonces había muy pocas operadoras de drones en España y sentía curiosidad por su funcionamiento, así que contacté gracias a una amiga con una de las productoras audiovisuales de drones más importantes de nuestro país para informarme sobre el tema. Su respuesta fue clara y concisa: no lo intentes, es muy largo y complicado. Seguidamente me saqué la licencia de piloto de drones, me hice operadora aérea por AESA y empezamos a grabar eventos por el aire hasta que llegó el COVID.

En 2020 se detuvo todo. Y lo que pensé que sería el final de la empresa, fue todo lo contrario. Un punto de inflexión. Cuando justo cumplía 5 años desde la fundación, 3 en Barcelona y medio de pandemia, la aceleración digital de muchas pymes nos situó en el mapa de nuevo. Dejé de lado la parte de producción y me centré mucho más en la construcción de marca, lo que me llevó a trabajar con clientes de otros países como Argentina, USA o Holanda (gracias Monri). 2021 fue el año sin duda. Me faltaron manos, tiempo y recursos, pero llegué a organizar un par de eventos en Madrid y Barcelona para una marca que ni siquiera me había conocido en persona. Con la lengua afuera, la espalda hecha mierda y la cuenta echado fuego, decidí que aquello no iba a ser mi futuro y me apunté al master de profesorado. Todavía no recuerdo muy bien el proceso de decisión, pero sí que recuerdo hablar con Carla y decirle que iba a parar y que quería hacer algo por lo que sentirme orgulloso dentro de unos años. Tener la voluntad de devolver lo aprendido me parece la mejor decisión que tomé en su día. 

Y así han transcurrido dos años desde que decidí dar el paso de estudiar para ser profesor. Poco a poco las cosas han ido cambiando, mi ilusión se ha ido hacia otros caminos y mi tiempo y esfuerzo están en otro lado ahora mismo. Durante estos dos años he hecho malabares para sacar adelante el estudio, el máster, las prácticas y ahora mismo desde septiembre, el trabajo como profesor a jornada completa.

Este mes tomé la decisión de poner punto y final a una etapa de mi vida que me ha hecho crecer, sufrir y sonreír a partes iguales. Gracias a todas esas personas con las que me he cruzado y han puesto su confianza en mí. Casi con toda seguridad podría decir que mantengo la relación con todas ellas, sino la mayoría. Algunos de mis clientes, colaboradores y proveedores se han convertido en amigos, otros en mentores y todos ellos de alguna manera en maestros de vida. Ahora me toca a mí ser maestro en lo que pueda, porque por mucho que se aprenda, nunca es suficiente.

Feliz Jueves!