sábado, 27 de enero de 2024

Disfruten lo votado

 Esta semana descubrí en clase lo que era el unicornio dorado del Gobierno de Sánchez. El famoso "Bono Cultural Joven" que tanto trae de cabeza a una gran parte de la derecha de nuestro país. No me refiero a su fin en concreto, sino al verdadero uso por parte de la mayoría de los jóvenes en España. 

En un intento por fomentar la cultura entre los chavales de 18 años, Pedro Sánchez hizo de nuevo uso de su Manual de Resistencia destinando 112 millones de euros a un plan que tenía un triple objetivo según la Moncloa: ofrecer a quienes cumplen 18 años un impulso económico para descubrir la cultura, generar hábitos de consumo de productos culturales entre la juventud y revitalizar el sector cultural en España, duramente castigado por la pandemia. 

Lo cierto es que en España el papel lo aguanta todo, pero lamentablemente esto no es el cuento de Pedro en el país de las maravillas, donde nuestros jóvenes hacen fila para entrar en los teatros, renuevan anualmente sus suscripciones de prensa digital, se agolpan en las librerías para comprar el último Best Seller o llenan las salas de conciertos obligándoles a colgar el Sold out cada fin de semanaAquí, tristemente, lo único que renuevas a los 18 años es la suscripción al paro. Y el único género literario que conoces sin la necesidad de haber leído ningún libro es la novela picaresca. 

Pero vamos al turrón. En primer lugar la mayoría de los chavales se está fundiendo los 400 euros en gamming. Sí, una empresa de la industria de los videojuegos también puede adherirse al plan del Bono Cultural. No nos olvidemos que en España se venden más sillas de gammer que libros de texto. Otra gran parte de los jóvenes está revendiendo en wallapop los productos que compra en los comercios adheridos al plan. Entradas a festivales de música, cine, teatro o espectáculos también entran en esta categoría. Y después está el perfil más interesante y el que realmente me hizo pensar que el problema de nuestro país no es que a la gente le interese más o menos la cultura, sino que todo subyace en la educación. Y la educación, por mucho informe Pisa que quieran vendernos, tiene su origen en las casas. "De casa se viene educadito" escuché el otro día que le decía una profesora a un alumno. Y no puedo estar más de acuerdo. Resulta que hay un amplio número de padres y madres que en su afán de ser jóvenes otra vez, utilizan el Bono Joven Cultural de sus hijos para darse caprichitos como subscribirse a plataformas de entretenimiento, comprarse una tableta electrónica, y algunos por qué no, actualizar su fondo de armario en la sección de videojuegos. 

Cuando me contaban todo esto en clase lo hacían entre risas y carcajadas. Sacaban pecho de "hackear" al sistema y al Gobierno de Pedro Sánchez hasta el punto de que uno de ellos, alardeando de ser el alumno aventajado de la clase y sin haber ejercido todavía su derecho a voto en unas generales, sacó su Bono Cultural Joven de la cartera y enseñándolo con sorna al resto de sus compañeros dictó su sentencia diciendo: "Y ahora, disfruten lo votado."

Feliz lunes.

 

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